A principios del siglo XVIII los rusos empezaron a hacer
expediciones en Alaska, un territorio que el Papa había cedido a España en
1580. El imperio español por aquel entonces abarcaba decenas de miles de
kilómetros, desde el Estrecho de Magallanes en Argentina hasta el actual Vancouver
en Canadá, pero aunque teóricamente Alaska también era territorio español no
había asentamientos permanentes.
El explorador español Juan de la Cosa fue informado por un
explorador ruso de que había al menos 5 asentamientos con más 500 rusos
viviendo permanentemente en Alaska. Viajó rápidamente a informar al virrey de
Nueva España, una región del imperio que abarcaba lo que actualmente es México,
Panamá, el Salvador, el Caribe y la mitad de Estados Unidos. Una vez allí se envió
una expedición a Madrid a informar al Rey de España de la situación. Se publicó
la noticia y se formaron compañías de voluntarios por toda España, dos de ellas en Cataluña que se acabarían
fusionando en una sola en 1768.
Esa compañía que inicialmente estuvo formada por 68
catalanes (la mayoría del norte de Cataluña) terminó por agrupar a 1200
hombres. Zarparon de Cádiz en 1767 y llegaron a Alaska un año después para
reafirmar la soberanía del territorio. Cuál fue su sorpresa cuando se dieron
cuenta de que los rusos habían mentido, y que en aquellas tierras apenas había una
docena de rusos. Sin hallar resistencia la expedición española formada enteramente
por catalanes construyó un fuerte (Nutka) y varias poblaciones (entre ellas Córdova
y San Miguel que siguen existiendo hoy en día con su nombre original en catalán)
Compártelo: