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Miles de personas reclaman una autonomía propia para Barcelona

“No nos han dejado otra opción” es la frase que repiten los asistentes cuando son preguntados. La recién creada Plataforma per l'Autonomia de Barcelona convocó hace unos días a sus simpatizantes a aprovechar este 12 de octubre para reivindicar una autonomía propia para Barcelona y su área metropolitana.
Manifestantes en la plaça de Catalunya reclamando una autonomía propia
Las zonas donde el voto no nacionalista han sido mayoritarias (franja costera entre Tarragona y Barcelona) reclaman ahora un estatus jurídico, no como comarcas o provincias sino como “una comunidad autónoma independiente de la Generalitat”. El nombre de este territorio lo denominan “Tabarnia” que deriva del acrónimo de Tarragona y Barcelona, y se ha hecho muy popular en las redes sociales.

“Cuando España ganó las Eurocopas de 2008 y 2012 no nos dejaron poner pantallas gigantes en ningún lugar de la ciudad, y eso que se habían ofrecido a pagarlas empresas privadas” se queja Manel Yllán de Nou Barris. “Lo cierto es que solo se permitió poner una pantalla para ver a la selección española en la final del mundial de 2010. En cambio cuando se trata de hacer manifestaciones independentistas son todo facilidades: Helicópteros, miles de policías, peajes gratuitos, trenes gratuitos, etc.”

Barcelona y su área metropolitana, lo que hasta ahora se llamaba “cinturón rojo” y tras las últimas elecciones “cinturón naranja” ha votado claramente contra el separatismo. Si el nuevo gobierno de coalición independentista cumple sus promesas y desafía al Estado habrá ruptura social.

Este ha sido un primer paso de la sociedad barcelonesa reclamando un estatus jurídico que la aisle de las amenazas independentistas.

La ciudad lleva años sufriendo un déficit fiscal brutal con respecto a la Generalitat. El ayuntamiento ha sido utilizado como banco de forma sistemática por los independentistas mientras las farmacias llevan años sin cobrar lo que Cataluña les debe, por no hablar de los recortes en educación, encarecimiento del transporte o las multas a comercios por no rotular en catalán.
Barcelona desde que se inició el “proceso independentista” no ha dejado de perder inversiones, el coste de la deuda ha aumentado, la ciudad ha perdido credibilidad, estabilidad y ha aumentado la conflictividad social. Muchas familias se han roto y hay quien ha decidido hacer las maletas a otras zonas de España. Los clubs deportivos, el turismo desde el resto de España o los acuerdos educativos están en juego.

Puede que este sea la última oportunidad de los barceloneses de crear un “cordón sanitario” que les aisle de la vorágine independentista.

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